jueves, 10 de abril de 2014

XII. Reforma agraria en el Territorio Norte


Por Roberto Elenes


Rodolfo Sánchez Taboada
El general Lázaro Cárdenas, como presidente de la Nación, hizo suyos los postulados radicales que perseguía el P.L.M. de los Flores Magón y de Villarreal, desencadenado toda una Reforma Agraria en el país. Durante la gestión de Cárdenas, como presidente de México, se repartirían 20 millones 136 mil 932 hectáreas de tierra, beneficiando con ello a 764 mil 612 campesinos. Un hecho insólito en la historia de México desde el movimiento de Independencia iniciado en 1810.


Maurilio Magallón Vargas
En diciembre de 1934, cuando el general Lázaro Cárdenas se hace cargo de la Presidencia de México, convierte a su amigo Maurilio Magallón Vargas en administrador de la Aduana Fronteriza de Tijuana. Federico Campillo seguiría aún a cargo de la de Mexicali hasta el 30 de abril de 1936, fecha en que José Bernal le sustituyera luego de haber sido enviado por la Dirección General de Aduanas a Mexicali a resolver la disputa suscitada entre los celadores Santiago Martínez y Raúl Alonso contra el comandante Francisco P. Monterde, acusado de violar el artículo 427 del Reglamento Aduanal que preveía que los emolumentos extraordinarios generados por el tránsito de trenes de carga realizado a deshoras, correspondían exclusivamente a cabos y celadores. Al parecer Monterde se estaba quedando con esas prebendas, habiendo sido la denuncia publicada en los diarios de la capital del país, lo que suscitó que este lío se hiciese más gordo de lo que en realidad era, perdiendo en esa ocasión el administrador Campillo hasta la chamba.

De entre varias generaciones de agentes aduanales bajacalifornianos surgidos durante el porfiriato y en el transcurso de los gobiernos de la Revolución, que lograron sobrevivir como asociados al capital extranjero hasta la llegada de Abelardo L Rodríguez a la Presidencia, Maurilio Magallón fue uno de los que le tocase testimoniar el fin de una época y el nacimiento de una nueva generación de agentes aduanales, asentados en el Territorio Norte de la Baja California.

De aquella generación de agentes aduanales operando agencias binacionales en las áreas de Mexicali y Calexico desde 1904 hasta la crisis económica de 1929 a 1933, como lo fueron Anthony Heber, Adolfo M. Shenk, Luis Pérez Rúl, los hermanos Alfonso y Fernando Villaseñor, Maurilio Magallón, Woo Kong, Arnulfo Liera, Miguel González, Ramón Armendáriz y José María Coronel, como tales sólo el recuerdo quedaría de ellos.

Agente aduanal José Ulloa González -en primer plano a la izquierda- presidente de la "Feria Comecial y Agrícola para el Cincuentenario de Baja California", en 1952.
En Mexicali, a partir del último año de gobierno del presidente Abelardo L. Rodríguez (1934) y en el transcurso del mandato del presidente Lázaro Cárdenas hasta 1940, nace en Mexicali una primera generación de agentes aduanales netamente mexicanos cuyos nombres fueron Elías Linn Vázquez y José Ulloa González, ambos con patentes de 1934, y dos años más tarde –en 1936-, les seguirían Lorenzo Guillermo Cabañas Tamez, Adolfo H. Necoechea Loustaunau y Fernando Alvarado Murga. Algo parecido sucedió en las localidades de Tijuana y Ensenada.

Vueltas que da la vida

En 1935, Maurilio Magallón, siendo amigo personal del presidente Lázaro Cárdenas, habría de jugar un rol similar al de Wulfrano Ruiz en Tijuana dos años atrás, en la instauración ese 25 de mayo de los perímetros libres para las ciudades de Mexicali, Tecate y San Luis, Sonora. Dos meses después, el general Cárdenas iniciaba el desmantelamiento de la estructura financiera montada por los gobiernos del callismo alrededor del negocio de los casinos, clausurando —para el 20 de julio de 1935— todas las casas de juego más importantes de México en esa época: Agua Caliente y Foreing Club de Tijuana, el Tecolote de Mexicali, y el De la Selva de Cuernavaca, en el estado de Morelos, y el del Hotel Playa, en Ensenada, que fue cerrado por incosteable tres años después y vuelto a abrir en 1948 con el nombre de Hotel Riviera del Pacífico, regenteado por el ex campeón de peso completo Jack Dempsey.

Ese año de 1935, el progresista Franklin Delano Roosevelt —presidente de los Estados Unidos— le amarraba las manos al liberalismo tradicional anclado en esa Nación, con el Nuevo Pacto (New Deal) norteamericano, y, aumentando los impuestos al gran capital estadounidense, decretaba normas para regular las actividades de las empresas de servicios financieros, creando el Seguro Social, el Fondo de Pensiones, el Seguro de Desempleo y la Ley de Normas Laborales Justas.

Dos años antes había decretado ya la Ley de Emergencia Bancaria, con la que el Estado norteamericano empezó a regular las actividades de este tipo de empresas, al tiempo que ponía en vigencia la Ley de Regulación Agrícola, que incrementaba el desarrollo de la agricultura, estableciendo mecanismos para aumentar los precios de los productos del campo.

La aplicación de este tipo de medidas durante los tiempos de crisis económicas fue lo que a la postre encaminaría a los Estados Unidos a ingresar a la etapa que se le ha dado en llamar la del “Estado de Bienestar” que aún favorece a dicho pueblo. Roosevelt, con este tipo de resoluciones acabaría con el papel pasivo del Estado en los asuntos de la economía y del mercado interno de su país.

El 15 de septiembre de 1935, el presidente Lázaro Cárdenas promulgaba el decreto por el cual se crea la sección aduanal de San Felipe, dependiendo de la Aduana Fronteriza de Mexicali. Por esas fechas, eran suprimidos el muelle de “La Bomba” y su sección aduanera, asimismo quedaba delimitado el entorno jurisdiccional entre la Aduana Fronteriza de Mexicali y la sección aduanera de Tecate.

“Vueltas que da la vida”, habría pensado González Montero, ex administrador de la Aduana Marítima de Mazatlán en 1923 (por los días en que Abelardo L. Rodríguez vivió en esa localidad), y de la Fronteriza de Mexicali en 1930, cuando, el 9 de diciembre de 1936, se presenta —en calidad de representante de la Compañía Mexicana de Aguascalientes S.A. — en la Aduana Fronteriza de Tijuana, tratando de liberar un cargamento de licores incautado a esa empresa, a punto de ser rematado, encontrándose con que Maurilio Magallón, su antiguo subalterno en la Aduana de Mexicali, era ni más ni menos que el administrador.

La antigua relación jefe-subalterno entre González Montero y Magallón Vargas, es avizorable en la misiva que Maurilio envía al día siguiente a Lázaro Cárdenas, presidente de la República, informándole que el ex administrador de la Aduana Fronteriza de Mexicali había mostrado un telegrama dirigido al Licenciado Barba González, presidente del Partido Nacional Revolucionario (P.N.R.), para que éste intercediera en la S.H.C.P. e interpusiese los recursos pertinentes para evitar dicho remate y así poder entrar al rescate del cargamento en poder del administrador Magallón, quien finalizaba su nota, diciéndole a Cárdenas:

«Como dicho González Montero manifestóme estar nombrado Ministro de México en Checoslovaquia, extráñame que se preste a servir de intermediario para obstruccionar procedimientos legales de esta oficina».

Ya usted podrá imaginar la resultante de este asunto. Los tiempos habían cambiado para la gente de Abelardo L. Rodríguez, es decir para los callistas. Los radicales, los Rojos del Agrarismo, habían tomado las riendas del poder y muy pronto echarían andar la Reforma Agraria en el país, implementado una nueva forma de estructura en la tenencia de la tierra, tal y como sucedería en el Valle de Mexicali para 1937. Con los radicales en el Gobierno, al contrario de lo que se suponía habría de esperarse de ellos, iniciaron en México una política de tolerancia religiosa, remarcando la neutralidad del Estado laico en cuanto a la libertad de culto.

La expulsión de Calles

Plutarco Elías Calles, desterrado, de visita en el Sauzal de Rodríguez
El 6 de abril de 1936, el general Plutarco Elías Calles, fue desterrado del país por el presidente Lázaro Cárdenas, yéndose a refugiar a San Diego, un sitio muy cercano a los dominios de su amigo Abelardo: el Sauzal de Rodríguez, en Ensenada. Desde tierras sandieguinas, una semana después —el 14 de abril— Calles se enteraba de la firma de contrato de colonización del Valle de Mexicali.

El 27 de enero de 1937, campesinos de la comunidad agraria de Michoacán de Ocampo de Mexicali, ocupan los ranchos 2, 3 y 15 de la Chinesca, pertenecientes a la “Colorado River”. Al mes siguiente —el 14 de marzo—, el presidente Lázaro Cárdenas desde la Ciudad de Oaxaca, expedía un histórico decreto estipulando los fundamentos con que se estarían rigiendo la tramitación, los resolutivos y la ejecución del reparto agrario en el Valle de Mexicali:

«Todo núcleo de población rural del Territorio Norte de la Baja California, cuya existencia sea anterior al 14 de abril de 1936, que haya solicitado o solicite dotación ejidal, tiene derecho a que desde luego se le otorgue, de acuerdo con el artículo 27 fracción A, de la Constitución General de la República, y con las disposiciones concernientes al Código Agrario».

Pero también el decreto cardenista protegía a los antiguos arrendatarios de tierras en litigio con la “Colorado River” al dejar claro este punto:

«Se respetará como pequeña propiedad en explotación inafectable, la que no exceda de 150 hectáreas de riego o las equivalente señaladas por la Ley, a cada propietario que presente sus título correspondientes debidamente inscritos en el Registro Público de la Propiedad Raíz».

Simón Macías, recibiendo el primer título como ejidatario de manos del gobernador Rodolfo Sánchez Taboada
Cinco días después del decreto presidencial expedido desde Oaxaca —el 19 de marzo—, el coronel Rodolfo Sánchez Taboada gobernador del Territorio Norte (marzo 1, 1937-agosto 2, 1944) que había participado bajo las órdenes del coronel Jesús M. Guajardo en la celada de Chinameca, Morelos, en la que resultase asesinado Emiliano Zapata, como en cumplimiento de una jugarreta del destino, estaba dando cauce al resolutivo para un reparto de tierras a los campesinos de Álamo Mocho, de la subdelegación municipal de Compuertas.

El 2 de junio de 1937, el Gobierno de la República —a través de la Secretaría de Agricultura y Fomento— le daría la estocada final a la Colorado River Land Company, informándole sobre la suspensión definitiva del contrato de colonización del 14 de abril de un año atrás. Una semana después de la suspensión del contrato de colonización a la Colorado River Land Company, el 10 de junio de 1937, Cárdenas decretaba la creación de la zona libre en el Territorio de la Baja California por un plazo de 10 años, cayendo sobre su propio peso entelequias tales como la declaración consular sobre importaciones y los impuestos de importación aplicados a productos de consumo básico para los habitantes de la franja fronteriza.

La imposición de la estructura de la organización social y política del Cardenismo en el Valle de Mexicali, desde el punto de vista económico, sería un acontecimiento de trascendental importancia para Baja California, porque con la Reforma Agraria en el Territorio Norte se refrendó la convicción cardenista de hacer efectiva una redistribución de la riqueza a favor de los bajacalifornianos —riqueza acaparada toda por el capital extranjero desde el Siglo XIX—; medida que, con el otorgamiento de la franquicia para la instauración de la zona libre, la explotación de los recursos comerciales experimentó una reorientación a favor del fortalecimiento del mercado interno regional y no ya del comercio norteamericano.

El efecto de esta serie de medidas, revertiría en tan sólo 5 años el crecimiento económico y demográfico de aquel solitario e inhóspito Territorio Norte, pues si bien el censo poblacional de 1930 había arrojado la cifra de 48,327 habitantes, para 1940 la población del Territorio Norte de Baja California la constituían 78,907 personas, según el censo demográfico de ese año. Es decir, la población se había multiplicado en casi el doble, observando un comportamiento similar al de las dos primeras décadas del siglo XX.

Manuel Hernández Nin
Durante la etapa cardenista, el día 8 de junio de 1938, en el Distrito Federal, logra cristalizarse el primer Congreso Nacional de unos agentes aduanales agrupados en pequeñas asociaciones dispersas alrededor del país, reunión de cuyo trabajo vertido daría paso a la creación de la Confederación de Asociaciones de Agentes Aduanales de la República Mexicana (C. A. A. A. R. E. M.), recayendo sobre la persona de Manuel Hernández Nin (1938-1942), el privilegio de ser el primer presidente del Comité Directivo Nacional de esta institución integradora de las Agencias Aduanales de México.

Maurilio: espía de la Presidencia

Por lo visto, Maurilio Magallón entre los albores y fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), al contrario de su homólogo en Mexicali, José Bernal, combinaría las actividades de diligente administrador de la Aduana de Tijuana con las de espía de la Presidencia de la República. En tan excitante faceta, existen pruebas documentales sobre mensajes descifrados enviados por Maurilio hacia Los Pinos que revelan sus andanzas como cabeza de un grupo de agentes confidenciales, cuyos informes iban directo al despacho del presidente Cárdenas.

Hoy rendía informe detallado sobre las conexiones de los espías nazis con gente connotada de la zona fronteriza desde el porfiriato, al día siguiente enviaba reportes muy reveladores sobre las organizaciones internacionales de narcotraficantes que operaban en la zona del Pacífico desde Guatemala hasta Baja California.

Su informe confidencial A-110 que versa sobre tráfico de estupefacientes, resulta por demás significativo porque devela que el administrador de la aduana tijuanense manejaba una red de espionaje que se extendía por el noroeste del país hasta el estado de Sinaloa, poniendo sobre la mesa una infinidad de cosas dignas de reconsideración en torno a la existencia de narcotraficantes operando en 1940, en Baja California. Para su análisis, he aquí el reporte de Maurilio Magallón Vargas dirigido al general Lázaro Cárdenas, presidente de México:

«Uno de nuestros agentes ha podido obtener la siguiente información respecto al cultivo y tráfico de marihuana en nuestro país»:

«Que en el estado de Sinaloa existen cuatro grandes plantíos cuya situación es la siguiente: El primero está en un punto aislado, cerca de la frontera con Durango, y como a 5 kilómetros de la mina conocida con el nombre de Tomelín, y al Este de la mina conocida por Guadalupe de los Reyes».

«La última cosecha de esta plantación produjo 580 Kg. que fue llevada en mulos para embarcarla en estación de ferrocarril de La Cruz. El segundo plantío se encuentra más al norte, al noroeste de la ciudad de Rosario y como a diez kilómetros del distrito minero de Polomosos; la última cosecha produjo 450 kilogramos y fue llevada en camiones de la aldea de Polomosos hasta Mazatlán».

«El tercer plantío se encuentra un poco arriba del campo minero ahora abandonado de Pánuco, y no lejos de un lugar denominado Santa Lucía; una cosecha de 350 kilogramos que se llevó a Mazatlán vía Concordia y Villa Unión. La cuarta de las plantaciones se encuentra al Este de Culiacán, en terrenos inaccesibles a treinta kilómetros de la capital del estado. Para llegar al lugar es menester pasar por estrechas veredas a través de los desfiladeros. La plantación se encuentra disfrazada por caña de azúcar sembrada, para impedir que pueda descubrirse desde el aire por los aviones que vuelan de Mazatlán a Tayoltita. Esta plantación que es propiedad de Timoteo Valenzuela, jefe de guardias o defensas agrarias. Se sabe que el año pasado dos individuos que efectuaban exploraciones mineras por esa región fueron muertos a tiros, en emboscada, y que el ingeniero minero Francisco Salas, que viajaba de Guadalupe de los Reyes, fue muerto debido a que divulgó la existencia de los dos campos de marihuana, encontrados por él en sus exploraciones».

«Que Mazatlán es centro de distribución de marihuana y que existe una organización que controla todo el tráfico. Uno de sus principales miembros es propietario de una maderería o almacén de madera, apellidado Pérez Ramos que vive en Mazatlán. Otro es conocido por el “Mocho” Ibarra, cuya distribución por mar está a cargo de Francisco Lupio, Agente Marítimo y Aduanal, que era propietario del barco “Salvatierra” que, juntamente con el “Acapulco” y el “Salina Cruz”, transportaban la marihuana a Salina Cruz para embarcarla rumbo a Tapachula y de ahí pasarla a Guatemala».

«En Tapachula trabaja un poderoso Tong o sociedad secreta china que, de acuerdo a autoridades guatemaltecas, contrabandea marihuana desde ese país. La mayoría de la marihuana que se envía al sur, es trasportada por mar a Manzanillo, Acapulco y Salina Cruz, empacada en cajas de jabón. Dos de los más prominentes miembros de esa organización son un diputado o senador apellidado Simancas (guatemalteco), y un agente minero de Mazatlán llamado Rafael Salazar González».

«Que el 75% de los cigarros de marihuana que han causado tanto furor en Estados Unidos provienen de Sinaloa y que dos firmas manufactureras de cigarros de Mazatlán: Montero sucesores y Díaz de León, hacen clandestinamente cigarrillos mezclados de marihuana, empleando tabaco americano del que se importa para mezclarlo con el del país».

«En Navojoa, Sonora, existe otro centro manufacturero de cigarrillos de marihuana, que envía su producto a los Estados Unidos en paquetes ocultos en cajas, como si fueran jitomates y embarcados en carros refrigeradores de la Pacific Fruit Express Refrigerators  que lleva jitomates y chícharos. Las cajas se depositan en el fondo de los carros y no despiertan sospecha en la aduana americana».

«Se sabe que por este medio se llevó un carro que transportaba cuatro mil quinientos paquetes embarcado en La Cruz, Sinaloa. Todos estos carros que llevan contrabando son consignados a Phoenix, Arizona, a los agentes contrabandistas que simulan ser agentes compradores de legumbres. El principal es Sam Greenbaum que reexpide el contrabando a distintas partes de los Estados Unidos».

«Otro importante eslabón de la organización norteamericana es un judío Joe Meyer, que en combinación con algunas casas trabajan la legumbre, en Los Ángeles, California, e introducen la droga a esa ciudad. La firma River Brother de Los Ángeles es una de las casas que colaboran con él».

«Que en Nogales, Arizona, hay un grupo de griegos ricos que introducen marihuana, tanto en bruto como en cigarrillos. Uno de ellos es propietario de uno de los mayores restoranes de esa ciudad. A falta de nombres de ellos, se conoce el de Kris Koutelaris que trabaja en contrabandos en Nogales, Arizona, y puede servir para localizar a los demás».

«En un punto llamado [Los] Algodones, cerca de Mexicali, Baja California, se pasa marihuana a los Estados Unidos. La hierba es transportada por barco a Ensenada y de allí la llevan a un punto situado a 15 millas al sur de Mexicali, donde hay una colonia de algodoneros chinos. Estos chinos posee maquinaria para hacer cigarrillos, que, empacados, son entregados a algunos empleados de la Colorado Land and Cattle Co (Rancho la 100)., encargados de vigilar el canal del Colorado que lleva el agua al lado mexicano. Estos empleados, por razón de su trabajo, pueden pasar de uno al otro lado de la frontera sin despertar sospechas, y de este modo pueden transportar los paquetes en sus automóviles y entregarlos a los agentes de drogas del lado americano».


Por lo dicho aquí en boca del administrador de la Aduana Fronteriza de Tijuana, Maurilio Magallón, el primer dato que sorprende es que parte de los denunciados era gente allegada en Mazatlán al General Abelardo L. Rodríguez. Asimismo, queda demostrado que desde hace mucho tiempo, el poder político, en México, —para no mencionar la palabra coludido— cuando menos ha estado perfectamente enterado de las actividades de la industria del narcotráfico en el país, además, a través de este informe confidencial es posible inferir que, para 1940, el uso del opio empezó a decaer para ser sustituido en los Estados Unidos por el furor causado por la marihuana, y que las mafias de chinos controlando el tráfico de estupefacientes a partir de la década de los veinte en el antiguo Distrito Norte, seguían operando su red de narcotráfico pero desde Centroamérica, siendo reemplazados en la Costa del Pacífico mexicano por un puñado de hombres con categoría de honorables en Sinaloa, trabajando de la mano del hampa norteamericana, operando en California y Arizona, en colusión con gente connotada, también, de las áreas fronterizas de Sonora y Baja California.


Para 1940, mientras en Estados Unidos el consumo de los derivados del opio (morfina y heroína) y cocaína tendían a disminuir, en México estaban incrementándose; ya el 25 de septiembre de 1936, el general  Francisco Múgica a través de una carta había hecho hincapié al presidente Lázaro Cárdenas sobre lo grave de la problemática del narcotráfico asociado a los gobiernos municipales de Mexicali, Tijuana, Ciudad Juárez y Matamoros, cuya resultante era que los peores perdedores eran los adictos, vilmente explotados  por narcotraficantes, policías y jueces. Algo similar estaba sucediendo  ahora en Ciudad de México.


Ante eso, el presidente Cárdenas, deroga el viejo reglamento de 1931 y el 17 de febrero de 1940, a través del Diario Oficial, expide un nuevo Reglamento Federal de Toxicomanías del Departamento de Salubridad Pública, legalizando el consumo de drogas bajo la premisa de que si los alcohólicos no eran vistos como delincuentes, no había por qué criminalizar a los toxicómanos en beneficio de traficantes y autoridades judiciales corruptas.  Que un adicto era un enfermo al que había que atender y curar. De entrada, esto significaba un duro golpe a los bajos del crimen organizado, exportando marihuana a Estados Unidos y vendiendo en la Frontera Norte  y en la Ciudad de México: morfina, heroína y cocaína a granel.




Al mes siguiente, Estados Unidos suspendía la exportación a México de este tipo de drogas utilizadas para fines médicos, de cara a la industria farmacéutica europea, paralizada, viviendo un escenario de guerra mundial. Este boicot suscitado por los estadounidenses vendría a ser el causante de que, el 3 de julio de ese año, volviendo a echar mano del Diario Oficial, el gobierno cardenista suspendiera en definitiva el reciente Reglamento Federal de Toxicomanías, volviendo a ser el crimen organizado los únicos proveedores de droga en el país. 

roberelenes@gmail.com

SEP—INDAUTOR
Título original:
Aduanas bajacalifornianas
Registro público:
03-2003-110615022600

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